De nadie estamos más lejos que de nosotros mismos.
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De nadie estamos más lejos que de nosotros mismos.
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El ateísmo y una especie de segunda inocencia van juntos.
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Lo que más me abruma no es el que me hayas mentido, sino que ya no podré confiar más en ti.
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Yo no abrigo ninguna duda acerca de cuál es la única cosa para la que servirían, para la que podrían servir los libros modernos (suponiendo que duren, lo cual, desde luego, no es de temer, y suponiendo así mismo que haya alguna vez una posteridad dotada de un gusto más severo, más duro, más sano), la única cosa para la que serviría, para la que podría servirle a esa posteridad todo lo moderno: para hacer de vomitivos...
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Nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca. -¿Cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos?
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: