Dulce Despedida

«No era necesario recurrir al pasado para rellenar huecos en el presente»

Aquel fue un período bastante raro en mi vida. Creo que no era una persona muy feliz cuando te conocí. Y después lo fui. Quiero decir, estaba eufórico. Así que creo que lo que estoy intentando decir es... gracias.

Creo que el primer amor es como una canción, una estúpida canción de música pop que escuchas una vez y te hace pensar que eso es lo único que querrás escuchar en la vida: tiene de todo, está claro que es la pieza musical más maravillosa que se ha escrito en la historia de la humanidad y no necesitas escuchar nada más. Por supuesto, no la pondríamos ahora. Somos muy duros y experimentados y sofisticados. Pero si la escucháramos en la radio, bueno, sigue siendo una buena canción. No se puede negar.

Me pregunté si ese era el gran peligro de los reencuentros: el descubrimiento de que no éramos una parte esencial de los recuerdos de los demás como los demás lo eran de los nuestros.

Una vez había visto un documental sobre langostas o cigarras que, en su adolescencia, se escondían bajo el suelo cocinado por el sol de Arizona, México o el Sahara y permanecían dormidas durante 17 años exacto, después de lo cual despertaban todas al mismo tiempo y se convertían en una plaga enorme y destructiva. ¿Qué sucedería si el primer amor fuera así? ¿Si estuviera dormido y juntando fuerzas para azotar todo lo que era estable y bueno en mi vida? Ese tipo de cosas podían suceder.

Cuanto más intensa es la experiencia, menos nos interesa oírla y, aunque estemos felices de que le haya cambiado la vida a la persona y estemos seguros de que debió de haber sido algo emocionante... ¿Por qué no hablamos de otra cosa?

El principio y el final, la anticipación y la desesperanza, allí es donde está la historia, pero el período en el que se está enamorado -sobre todo si el enamorado en cuestión es joven- es como escuchar a alguien describir un salto en paracaídas o un sueño extraordinario, es una foto borrosa de una actuación trascendental tomada desde demasiado lejos.

Pero el amor es aburrido. Para cualquier persona que no participe de él, al amor es algo familiar y corriente, y el primer amor no es más que una encarnación desgarbada y glandular de lo mismo.

Es difícil mencionar el aroma de otra persona sin sonar como un psicópata, pero yo ya había notado el de ella, algo cálido y verde como el verano.

Yo tenía dieciséis años; la gente escribía himnos sobre esta época de la vida, ¿y acaso no tenía derecho a disfrutar, divertirme y ser irresponsable en vez de sentir miedo, furia y aburrimiento?