Dámaso escuchó […] una larga e increíble historia. Un relato bregado en el honor de unos pocos, apenas un puñado cuyas almas se habían forjado para moldear la historia de su país. Comprendió, sintiéndose azorado, cómo, entre aquellos elegidos, uno, el mejor de ellos, había sido escogido para sacrificarse en un acto de nobleza sin parangón, una gesta que hacia empalidecer las mayores glorias de toda la Real Armada en las Azores.
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