Las dos amantes

Una pobre criatura engañada se cree amada y es dichosa; de ti ha hecho su único bien. ¡Piensa lo que le espera si haces que llegue a aborrecerte!

Los que gustan de engañar a los demás y se envanecen de ello creen tener cierta superioridad bien fugaz que ¿a qué conduce? Nada tan fácil como el mal

No es muy triste, sino lo más triste de este mundo. Así como nada más dulce que recordar la felicidad, nada tan horrible como cerciorarse de que la dicha pasada fue un engaño. ¿Has pensado alguna vez en lo que debe de ser llegar a odiar a lo que se ha querido?

Puedes engañarme cómoda e impunemente, puesto que no puedo vigilarte ni dejar de amarte. Pero acuérdate, te ruego, de lo que voy a decirte: tarde o temprano todo se sabe, y créeme que cuando esto sucede es muy triste

La viuda escuchaba sin reflexionar. De vez en cuando le oponía una pequeña objeción a sus deseos; de vez en cuando fingía no escucharle; mas si se le escapaba una palabra, le pedía, enrojeciendo, que la repitiese

¿Ha pensado alguna vez en la situación de una mujer que perdona un beso que le robaron? Desde el momento en que se propone olvidarlo es casi como si lo concediese

Fueron la economía, el orden, la vigilancia, la estimación pública, la amistad de su marido y, en fin, las virtudes domésticas, lo único que madame Delaunay conocía de este mundo

A pesar de su poca edad y su poco juicio, no podía soportar la idea de ser molesto a nadie

Es bien cierto que, aun ofendida, una mujer tan bella, sorprendida así, debe perdonar el deseo que inspira

Decir a una mujer que amamos en ella a otra a quien se parece no es, en verdad, sino un medio novelesco que pueda autorizarnos a hablarle de amor