Las dos amantes

No es entre dos mujeres, que tengo que escoger, sino entre dos caminos que he querido seguir a la vez y que no podían conducir al mismo fin: el uno es la alegría y el placer; el otro es el amor. ¿Cuál debo elegir? ¿Cuál conduce a la dicha?

El doble amor que sentía, o creía sentir, era, por así decirlo, la imagen de su vida entera

¿Y por qué he de elegir? ¿Por qué debe ser necesario amar de un modo exclusivo?

¿Soy pérfido o sincero? ¿Me falta valor o me falta cariño?

Su único consejero en medio de una libertad tan peligrosa era esa altivez nativa que triunfaba hasta sobre sus pasiones

¿Cómo te has atrevido a repetirme por dos veces un nombre que debiste callar?

Piensa de mí como quieras, y seme infiel si ello te place, pero guárdate de ofenderme

Cuando el orgullo se interpone, lo pueril se convierte en grave

Vagamente recordaba la historia de aquella viuda, tomada entonces como pretexto para hablar; pero así repetido, aquel nombre le pareció el de una seria rival

La idea de que la marquesa, que estaba al llegar, se sentase apoyándose en el almohadón y profanase con su brazo desnudo las huellas del llanto de la viuda, se le hizo insoportable