After Dark

Llevo varios con la idea de darle una relectura a ‘Afterdark' y tras leerla, no puedo evitar pensar que no es casualidad que finalmente haya elegido este momento para volver a ella. ¿Tal vez no me había olvidado tanto de la temática como yo pensaba? Me da la sensación de que inconscientemente el poso de la novela seguía en mi cabeza esperando para hacer de activador cuando hiciera falta. ¿Por qué digo esto?
 
Bueno, porque en ocasiones las apariencias engañan y lo que parece ser una novela corta, ¿perfecta para leer antes de dormir haciendo un guiño a su título? No puede esconder una historia más profunda, con interpretaciones diferentes, con muchos interrogantes y reflexiones. Así, en un momento donde a menudo siento que tiembla el suelo bajo mis pies, ‘regreso a casa'. Vuelvo a Tokio, vuelvo a Murakami.
 
Los personajes de este autor a menudo están perdidos a pesar de que sus vidas parecen bastante bajo control. En ‘Afterdark' tenemos a Mari que no puede dormir y pasa una noche en un restaurante abierto 24 horas leyendo un libro del que esconde el título; a Takahashi, un amigo de su hermana con el que se encuentra por casualidad, es todo charla y aparente positividad; a Kaoru que regenta un love-hotel, a Eri, la hermana de Mari, que lleva durmiendo dos meses y no da sensación de volver a despertar; a un extraño oficinista con un oscuro secreto… Historias aparentemente independientes que se conectarán a lo largo de las apenas 7 horas (una noche) en las que transcurre la novela.
 
Los personajes son criaturas nocturnas, una versión diferente a lo que son cuando brilla sol. Una novela sobre la dualidad que hay en todas las cosas y la dificultad de encontrar el equilibrio en nuestras propias contradicciones, miedos y anhelos, en lo que queremos y lo que se espera de nosotros, en el día y la noche.
 
Un libro que gira en torno a la oscuridad, tanto la más evidente, la que se produce cuando no hay luz, en la de la noche, pero también en la que habita en el interior de las personas. Así, ‘After dark' está llena de simbolismos y de detalles que solo percibirás si lees con calma y con una mirada muy atenta, y sobre los cuales, seguro que te verás obligado a pararte y reflexionar. Con algún punto que roza lo paranormal pero que en realidad, es sobre todo, una gran metáfora para llevarnos a pensar en los puntos muertos que tenemos inevitablemente a la hora de ver (y juzgar) la vida de los demás.
 
Con un final muy murakamiano, muy japonés, de esos que no complacerán a todo el mundo porque no todas las preguntas son contestadas. al mismo tiempo, bellísimo escrito y por su mensaje, por muy oscura y larga que sea la noche, siempre vuelve a salir el sol.
 
Una historia muy atmosférica que sucede una noche llena de encuentros y que nos lleva de cabeza hasta la versión más underground de Tokio (mafia, prostituci*n…), telón de fondo inconfundible donde, al eco del sonido de sus latidos, se mueven los personajes que no son otra cosa que personas normales, una de los millones que pueblan la urbe y cuya historia, conocemos, casi por casualidad y cuyos conflictos se sienten muy cercanos: crisis de identidad, miedo a avanzar, presión externa y propia, incertidumbre ante el futuro, depresión, soledad,…
 
Una novela que recomiendo leer con vuestro móvil cerca, para ir reproduciendo las decenas de canciones que se mencionan y también, donde los amantes al cine, encontrarán varias referencias en las que recrearse.
 
Una historia que recomendaré siempre a quienes os atrapen los libros intensos, melancólicos, simbólicos y algo oscuros, con largas conversaciones y poca acción. ¿Yo? Fan siempre.