Underground

¿Por dónde empezar?

Este es el primer libro que leo de Haruki Murakami, y como no es una obra de ficción, no me permite juzgar sobre sus dotes literarias. Sí me permite juzgar sobre sus dotes como investigador y entrevistador, y debo decir que es tenaz, detallado y respetuoso.
El 20 de marzo de 1995 miembros de la secta Aum Shinrikyo (se podría traducir como "Verdad Suprema") liberaron gas sarín en el metro de Tokio. Mataron ese día a 12 personas (la cifra subiría a 14 con el paso del tiempo) y miles de personas fueron afectadas.
Murakami se propuso encontrar a los sobrevivientes y entrevistarlos. Tarea nada fácil, por dos motivos: el primero, por la costumbre japonesa de guardar silencio, en especial en cuestiones personales, y la segunda, y más grave, porque la secta seguía activa, varios de los autores del atentado estaban prófugos, y Aum tenía la costumbre de atacar y atentar contra sus críticos. de modo que fue un acto de valentía por parte de muchos prestar su testimonio.
Este es un libro sobre las víctimas. No sobre Aum. Es muy importante que el lector lo sepa desde el principio. Para mí es un gran mérito, porque las víctimas son los grandes olvidados de todos los crímenes. Todos conocemos el nombre de Bin Laden, pero lo más probable es que no podamos citar el nombre de las víctimas del 9/11, solo por citar un ejemplo.
A medida que leemos los testimonios, resulta imposible no identificarse con alguno de ellos. Porque los sobrevivientes eran personas ordinarias que en su mayoría se dirigían al trabajo cuando se vieron enfrentados a una situación de vida o muerte sin aviso previo, y reaccionaron como pudieron. Oficinistas, contadores, estudiantes, personas comunes y corrientes que sufrieron terriblemente. Algunos testimonios son desgarradores, como el de la familia de Eiji Wada, una de las víctimas que falleció y cuya esposa estaba embarazada al momento del atentado. Por otra parte, yo mismo he tomado el metro en Buenos Aires infinidad de veces para ir al trabajo. Me pregunté cómo sería mi reacción en un caso similar: lo más probable es que no me daría cuenta de nada hasta que fuera demasiado tarde. En el metro siempre viajo atestado y pensando en otra cosa para distraerme del bullicio.
También me generó indignación. Todos los atentados terroristas son actos crueles y absurdos, pero en algunos casos, podemos hacer el ejercicio mental de posicionarnos en la mente del terrorista y decir: "Ah, esta es la ventaja política/militar que pensaba obtener". Pero en este caso, Aum no atentó contra un juez o un periodista que los iba a denunciar. Colocaron gas sarín en el transporte público a sabiendas de que matarían a docenas, tal vez centenares de personas, indiscriminadamente. Es imposible no indignarse con semejantes individuos, que pensaron que lo mejor que podían hacer con su tiempo, ingenio, dinero y creatividad era semejante monstruosidad.
Una nota aparte sobre el gas sarín: fue inventado en los años 30 por científicos nazis como pesticida. al momento del atentado, era conocido principalmente por ser el arma de elección del dictador iraquí Saddam Hussein en su campaña de exterminio contra el pueblo kurdo. En 1988, en Halabja, el sarín fue usado para matar a más de 5.000 personas. Más recientemente, se volvió una vez más tristemente célebre porque el dictador sirio Bashar al Assad lo usó en 2013 para matar a más de 1.200 personas de su propio pueblo. Es sumamente tóxico, y puede matar tras la exposición a pequeñas dosis. Incluso si no mueres, puedes quedar con secuelas neurológicas permanentes. No por nada es un arma de destrucción masiva, y su uso por parte de Aum dice mucho sobre su falta de respeto por la vida humana.
Después de leer el libro, que tiene algunas entrevistas con doctores y otras personas, pude sacar las siguientes conclusiones: 1) Los medios japoneses trataron el caso de manera muy sensacionalista; 2) Los servicios de emergencia no estaban preparados para el ataque. Claramente no habían previsto la posibilidad de un atentado con gas, lo que es hasta cierto punto lógico porque hasta entonces muy pocos grupos podían sintetizar, trasladar y liberar esa clase de armas y 3) Lo que es menos excusable, la policía mostró una gran negligencia. Subestimaron gravemente el peligro que representaba Aum. La secta no surgió de la nada y luego cometió el atentado: hacía años que estaban involucrados en actividades criminales. Secuestraron y mataron a un abogado y su familia que los denunciaba. Estuvieron involucrados en un incidente previo también con sarín.
El autor buscó con su libro no solamente mostrar la historia de las víctimas e intentar que la sociedad las tratara con más consideración (muchos sufrían discriminación ya que el sarín, si bien les dejó secuelas, no eran visibles); también quiso advertir que si el trato del atentado se limitaba a demonizar a los responsable, y no a investigar las causas que llevaron a que surgiera la secta y ganara tanta fuerza, podía volver a suceder.
La plana mayor de Aum se componía de personas con excelente educación académica: físicos, químicos, etc. Lo que contradice el estereotipo de que las sectas captan a los ignorantes. No es así. Las sectas buscan personas vulnerables, ya que sea porque se sienten alienadas del mundo, porque sienten que fracasaron en la vida, porque vienen de sufrir una gran pérdida... La secta las detecta y llena ese vacío. Así comienza el lavado de cerebro.
No importa la formación académica: cuando te comprometes con una secta, entregas tu capacidad de análisis crítico. Todo lo que dice el líder suena lógico, aunque sea una locura. Si el Líder te dice que el cielo es verde, el cielo es verde. Si te dice que la Tierra es plana, es plana. Si te dice que pongas gas nervioso en el metro, lo haces.
Aum también reclutó mucha gente joven que se sentía desencantada con el mundo moderno, en especial con el Japón de los años 80 y 90: una sociedad donde el crecimiento económico desenfrenado llevó a un materialismo excesivo.
En resumidas cuentas, un libro excelente, que hace una gran contribución a la verdad histórica y trata con gran empatía a las víctimas.

Debo decir que como primera toma de contacto de Murakami, me ha gustado mucho la forma de exponer las ideas que tiene, así como de introducir a los personajes. Bien expresado y bien relatado.
Lo más interesante desde luego ha sido poder leer con estupefacción en muchos casos las circunstancias que rodean esas crónicas, cómo los sujetos relatan hechos cotidianos de forma contextual y para nosotros resultan estrambóticos, como por ejemplo llegar hasta dos horas antes a la oficina simplemente para leer tranquilamente el trabajo de ese día y familiarizarse, o ser discriminados por haber tenido que ponerse de baja por las secuelas del accidente, así como la importante carga mental y estrés crónico que padecen.
Muy ejemplificador para poder ver las diferencias tan marcadas que existen entre la nación nipona y un país como es España.
Eso sí, es un libro de los que lees pausadamente, pues es muy extenso (si no recuerdo mal ronda en torno a las 800 páginas), y además su extensión se nota más si cabe por la similitud entre las distintas entrevistas, llega un momento en el que cuesta diferenciar unas de otras y sólo se distinguen por matices, por lo que me parecieron excesivas desde el punto de vista del entretenimiento, imagino que el autor querría dar voz a todas las personas que tuvo a su disposición y se vieron afectadas de una u otra manera, lo que es totalmente respetable y reseñable.

Haruki Murakami se distancia radicalmente de su gusto por las historias ficticias, oníricas y surrealistas que tanta fama le han otorgado para centrarse en “Underground” en un acontecimiento real que acabó con la vida de varias personas y marcó la de muchas otras: un atentado perpetrado con gas sarín en el metro de Tokio en la década de los 90 a manos de una peligrosa secta. al principio del libro el autor deja claro que esta publicación recoge los testimonios de los supervivientes, familiares o personas implicadas en el desgraciado suceso, tras entrevistarse con decenas de personas para lograr una perspectiva global de lo ocurrido y, sobre todo, de lo sentido por quienes padecieron los hechos. Así que cada capítulo recoge un fragmento de dichas entrevistas a estas personas que narran generalmente un poco de sus vidas (trabajo, familia, aficiones, etc) para luego contar cómo vivieron el día del atentado y qué secuelas dejó este hecho tanto a corto como a largo plazo. Las entrevistas suelen acabar con una declaración de cada afectado sobre los sentimientos que albergan hacia los ejecutores del atentado y una apreciación de lo que pueden esperar de la vida o en qué sentido cambió su visión de la misma.
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Ensayo preciso acerca de la masacre del metro en tokio, investigacion concreta, causas, motivos, personas reales, y humanas tanto perpetradores como victimas, muestra el dolor que le causa la naturaleza humana manipulada y desvirtuada