Tacones rojos para una Diosa

Los miedos hay que enfrentarlos para que no controlen nuestra vida.

Y desde luego, ambos lo vivieron con emoción, como una conexión entre sus almas, que quedarían enlazadas por ese momento irrepetible.

Tengo la firme creencia de que el universo conspira invariablemente a nuestro favor, aunque a veces no lo parezca.

Puede que tuviera ocasionales momentos de debilidad, aunque siempre salía fortalecida de ellos, resurgiendo de las cenizas como el ave fénix.

Pero supongo que todos tenemos derecho a hundirnos a veces. Está bien, siempre y cuando estemos dispuestos a coger la mano que se nos tiende para ayudarnos a flotar de nuevo.

Lo cierto es que eran esos momentos en que pasaban tiempo juntos, apoyándose, riéndose, a veces incluso llorando, los que convertían su vínculo en algo sólido e irrompible.

Algunas heridas necesitan doler antes de sanar.

Porque hasta en los momentos más sombríos la luz consigue abrirse paso.

Sanar no significa que el dolor nunca existió. Sanar significa que lo que una vez dolió ya no controla tu vida.

Experimentó una profunda ternura y agradecimiento, y se sintió aliviada, como si su dolor fuera empequeñeciéndose al abrigo de ese abrazo.