Budapest

Música para sobrevivir. Música para morir. Música para asimilar el horror.

Cuidado con aquellos que observan en silencio. Cuidado con quienes tienen ojos para lo invisible.

Da igual. La lección es siempre la misma.
Todas las guerras son la misma guerra y esta no cambia nunca.

Un pueblo que permite su propio exterminio y el de los demás mediante el poder de la prédica correcta es un pueblo que merece todo lo malo que le pase.

A la salud del Páramo y de las tormentas. Y de las historias amargas con finales trágicos.

Todo es desechable. No guardan para mañana porque mañana puede que no exista. Es por eso que viajan ligeros.
La noche proveerá.

La historia que ahora nos atañe es otra, una sobre palacios de cuento de hadas transformados en la juguetería particular de unos dioses crueles vestidos con batas de hospital, en criaderos de monstruos, campos de cultivo de pequeños caníbales y héroes de guerras sin principios ni final.

Todas las guerras son la misma guerra y esta no cambia nunca.