En una plantación de caña de azúcar se ha producido un asesinato. Estamos en Hawai a principios del s. XX y allí la esclavitud es algo normal: españoles, portugueses, japoneses, coreanos y otras muchas nacionalidades se dejan el pellejo de manera literal recogiendo, limpiando y transportando las cañas de azúcar. A pesar de la miseria y la brutalidad reinantes en el lugar bajo el látigo de los lunas o capataces, entre los mismos esclavos existen clases y guetos, algo que se pone de manifiesto durante la investigación. La hermana y amigos del fallecido lloran lágrimas amargas ante la doble injusticia: una vida joven que ha sido segada de antemano y la animadversión que ha ocasionado este crimen. Los ojos de todos ya tienen un culpable que, a su vez, tampoco miraba demasiado bien al fallecido. Sin embargo, en este libro es tan importante conocer al asesinado como aclarar el crimen. Con una prosa delicada, Rosa nos introduce en este mundo y nos da unas cuantas clases de historia. Nos acercamos al despiadado mundo del campo a principios del s.XX en el que la gente caía intentando encontrar un futuro mejor aunque, por difícil que parezca de creer, había quien encontraba una mejoría bajo el látigo de los capataces. Conoceremos a los protagonistas, sus pasados, lo que los ha llevado hasta ese momento, lo que esperaban conseguir y en lo que se ha quedado todo; hay quien conserva intacta la esperanza y hay quien la ha cambiado por resentimiento y resignación. Vemos como son los métodos de investigación arcaicos, en los que las huellas dactilares acaban de aterrizar y se miran con recelo, la manera en que se llevan a cabo deducciones, la importancia de los interrogatorios y la perspicacia de los agentes de la autoridad para atar cabos. de igual modo, me ha gustado que entre los protagonistas haya una persona que padezca un dolor crónico debido a una neuralgia y se vea lo dificultoso de su día a día lidiando con algo que no encuentra consuelo. También tendremos un notable contraste entre los detectives que llevan el caso y los capataces y dueños de las plantaciones: los primeros están decididos a resolver el caso, poniendo como prioridad al asesinado y a su familia; los segundos ven a los trabajadores como meros objetos para conseguir dinero y cualquier segundo que pierdan son beneficios que se van por el desagüe. Además, consideran que las vidas de los jornaleros les pertenece y han de estar al cabo de todo lo que se hable y se investigue. Conoceremos también las costumbres de los diferentes pueblos que se asientan en las plantaciones, sus modos de pensar, cómo se organizan y viven y cómo no pueden dejar atrás los prejuicios que se tienen entre sí, incapaces muchas veces de verse como aliados o amigos en vez de como competidores. Una libro por descubrir para mirar al pasado y rescatar un trozo de historia lleno de dolor, penurias, sueños y anhelos. + Leer más |