El peso del pecado

Debo comenzar diciendo que hacía mucho que no me sorprendía tanto una novela negra. Desde luego, en este sentido, hay que reconocer que se sale de todo lo habitual y Ramón Montañés Colmenero consigue una obra que se desarrolla de una manera muy diferente a lo que yo podía haberme imaginado únicamente con su sinopsis. Solo con el comienzo del libro pensaba que “El peso del pecado” me iba a ofrecer una historia con una violencia muy gráfica y, sin embargo, esta no ha sido ni por asomo la nota dominante. Si bien es cierto que no faltan algunos de esos momentos (una trama que se basa en un asesino en serie sería posiblemente deficiente sin ellos), ha tenido un punto más introspectivo e incluso espiritual de lo que podía haber intuido.

A partir de su última víctima, el asesino en serie conocido por la prensa como el “Cobrador Justo”, comienza a experimentar una serie de sentimientos que no le habían asaltado hasta la fecha e incluso parece conocer el remordimiento por sus actos. Mientras se da esta lucha interna, conoceremos a la inspectora jefe Mónica Navarro, encargada de detener a este individuo y visiblemente obsesionada con el caso hasta el punto de descuidar su propia salud.

El ten con ten de los dos personajes principales es magistral. Es cierto que el autor se centra mucho más en esa evolución del principal antagonista puesto que no nos quiere desvelar hasta el último momento el misterio de la inspectora. Sin embargo, ambos funcionan muy bien como personajes principales y es precisamente esta indagación en sus personalidades y circunstancias las que forman el núcleo de la obra. Si lo que se busca es básicamente el gore de los actos del Cobrador, no es lo que se va a encontrar en el libro; el autor no incide tanto en esto y de hecho no nos da todos los datos acerca de los sucesos anteriores a lo que acontece en la novela. Sin embargo, este aura de misterio forma una atmósfera muy particular y un buen caldo de cultivo para ir descubriendo cómo van convergiendo las trayectorias vitales de ambos protagonistas.

Otra cuestión que me parece remarcable son los sentimientos contradictorios hacia el propio Cobrador. En este sentido debo decir que el autor ha hecho un grandísimo trabajo humanizándonos al monstruo por decirlo de una manera más simplificada y arrojándonos cada vez más luces sobre unas sombras que parecían especialmente oscuras al comienzo de la novela. No es uno de esos libros en los que se trata de descubrir quién es el asesino, es algo mucho más original que se tiene que ir descubriendo a través de sus líneas y dejándonos empapar por esos personajes que en ocasiones me han recordado a protagonistas de alguna película de Aronofsky; esas personalidades que, persiguiendo una obsesión, son llevadas al extremo de maneras casi inimaginables.