La efímera edad de las manos

Homenaje a Mario Santiago Papasquiaro. El ámbito del cine y la literatura se han visto influenciados por el sistema económico y social imperante. Sin pretenderlo, en muchos casos, han servido para amplificar y naturalizar las diferentes manifestaciones de hostilidad institucional, exclusión social, racismo o machismo amparadas por el propio sistema. Incluso las visiones expuestas más vanguardistas, irreverentes o contestatarias, beben de las mismas fuentes de las que se nutre el cine o la literatura más pretendidamente comercial. En la literatura popular, en su expresión más asequible, el pulp, se han congregado todos los clichés de la aberración social, desde los dos únicos puntos de vista con los que se ha simplificado las relaciones sociales, el bien y el mal. Ambos, llevados hasta el paroxismo, han servido para dar una visión reduccionista al servicio, directa o indirectamente, del poder. En este sentido, la figura de los más famosos superhéroes, por ejemplo, fuera de las capacidades humanas, han servido para defender los intereses privados, comportándose como jueces y verdugos allende la legislación de los estados en los que operaban. Han usurpado el papel de cualquier deidad y han subvertido los poderes públicos y democráticos, en defensa de lo privado. Siempre he defendido la idea de que, un cambio necesario de esa literatura popular podría mostrar, sin crear mensajes moralistas o aleccionadores, otras realidades posibles. Teniendo en cuenta esta premisa, he intentado recrear mi propia versión de esas realidades posibles en toda mi narrativa. Para ello, he tomado como referentes distintas vanguardias artísticas europeas y, por supuesto, latino americanas, además de la consabida literatura popular estadounidense, de gran influencia en el mundo entero y, también, en la península ibérica.

Como resultado de esa experimentación o bricolaje, término utilizado por el sociólogo Dick Hebdige para manifestar la reunión de distintos elementos descontextualizados que actúan en la creación de la estética de las diferentes subculturas urbanas, ha surgido el libro que hoy introduzco por medio de estas líneas.

La efímera edad de las manos es un libro híbrido, donde los distintos elementos de la novela negra se relacionan con la ciencia ficción y lo surreal. No es, por tanto, fruto de la casualidad, que este libro se apropie, en sentido figurado, de la persona de Mario Santiago Papasquiaro, poeta de la vanguardia mexicana y fundador del infrarrealismo. No es tampoco casual que exista una confrontación entre el simulacro de realidad representado por los versos del poeta mexicano y dos de las grandes instituciones de la lengua, la Universidad, en este caso la de Santiago de Compostela, y la Academia de la Lengua, representadas ambas por las figuras, caricaturizadas, de Mario Vargas Llosa y Darío Villanueva. Se muestran, en las páginas del presente volumen, dos mundos que colisionan, dejando a su paso toda una suerte de víctimas colaterales.


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