El espíritu del ciervo

Jorge M. Mier se suma a una espléndida lista de jóvenes escritores que vienen pisando fuerte y que demuestran que la novela histórica no solo está más viva que nunca, sino que tiene un futuro envidiable.

El autor mexicano se destapa con una obra que si bien es cierto, peca de brevedad y con ello, irremediablemente, de profundidad, contiene, sin embargo, pasajes de enorme belleza.

Posiblemente la acción se sitúa en la península ibérica.
El invierno se acerca y antes de emigrar al sur los clanes unen sus fuerzas y preparan la gran caza del ciervo.

Nuestro protagonista Boķá se encuentra en la difícil frontera de la niñez y la edad adulta. Esta caza masiva será su bautismo de fuego.

Aprendiz de chamán y con gran talento para la pintura el aún imberbe Boká, no se mostrará muy diestro con la lanza aunque se ganará el respeto de su clan al recibir sus primeras pequeñas heridas.

El espíritu del ciervo es una novela de superación y supervivencia que narra las grandes dificultades que padecieron nuestras primeras sociedades.

Los cambios climáticos, la escasez de miembros y la aparición de otras tribus poco amistosas son obstáculos casi insalvables para conseguir su mayor objetivo.
Conseguir alimento.

Mier juega con la ambigüedad en su texto. El libro arroja pocos datos, pero gracias a ella también logra episodios ciertamente hermosos, como la épica noche de drogas y sexo tan difusa como deliciosa.

Pero también hay lugar para las cualidades menos virtuosas de nuestra especie como la envidia, la traición, la vanidad y la guerra, esta última no siempre causada por la supervivencia, pues el hombre es y así seguirá, autodestructivo por naturaleza.

El autor, de forma hábil y muy acertada dota a la mujer de un papel importante dentro del clan que no se limita al reproductor.
Cierto es que no participan en la caza mayor, ni están presentes en determinadas ceremonias religiosas, pero son indispensables para la "medicina" la recolección, la caza de pequeñas piezas e incluso cuéntan con la figura de la gran madre, al mismo nivel de respeto que el chamán o el líder.

Un relato escrito con mimo y buena letra con la dificultad añadida de estar ambientada en una época de gruñidos y gestos y a la que le faltan páginas, no sé si para un mejor desarrollo o por la gula que siempre tengo como lector.