Para que vuelvas hoy

A sus ochenta y dos años, Isabel, que fue puta —así lo dice ella misma—, vive atrapada en el recuerdo de la noche en que desvirgó a Fernando. Él tenía cuarenta y dos años. Cuando le preguntó cómo era posible que un hombre llegase virgen a esa edad, él le contó que a los diecinueve lo habían encerrado en la cárcel y que allí había pasado veintitrés más. Ella se lo hizo con toda la ternura imaginable y le devolvió las quinientas pesetas que él le pagó con la esperanza de que ese mismo día volviera a sus brazos. Él no volvió —más adelante sabremos por qué—, pero le envío un enorme ramo de mimosas con una nota: «Para Isabel, mi primer amor».

Con esta preciosa anécdota —anécdota real, como sabremos— de excusa, Eduardo Mendicutti nos lleva a través de los pensamientos de Isabel a recorrer toda su vida, desde su infancia al asesinato de su padre, de la calle a su maternidad y su vejez. Lo hace como él sabe hacerlo: con ternura, humor o crudeza, según convenga. Destaca sobre todo la voz de la propia Isabel, rica en expresiones y matices, absolutamente viva. A través de su discurso, entre sus recuerdos y sus cabezaditas de vieja, sus idas y venidas del pasado al presente y vuelta, ella misma reconstruye no solo la historia de su vida y de aquel Fernando del que se enamoró perdidamente y al que nunca pudo olvidar, sino también su forma de ver el mundo, su mirada despojada de puritanismos, su modernidad frente a una sociedad, la actual, que se cree moderna pero que a cada paso se revela retrógrada y contradictoria.

«Para que vuelvas hoy»(Tusquets 2020) es una delicia, una joyita fruto de la maestría de un grande de nuestra literatura, un viaje maravilloso, brillante, lúcido, enriquecedor que, si te gustan las novelas bien escritas y narradas por una voz con personalidad, no te puedes perder.

P.D. Ojalá esta historia pronto sobre las tablas de un teatro.