A veces, la única manera de provocar un cambio de verdad es convertirte en parte de la maquinaria y deshacerte de las piezas rotas tu misma.
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A veces, la única manera de provocar un cambio de verdad es convertirte en parte de la maquinaria y deshacerte de las piezas rotas tu misma.
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Mi corazón pertenece al príncipe marcado. Al Salvador de los rebeldes. Al rey de Gloria Terra. Que me ha convertido en reina de las cenizas. |
Estamos entretenidos. Predestinados. O quizás locos. Pero prefiero vivir la locura si eso sirve para que sea mío. |
Tú podrías arrasar el reino entero, quemarlo hasta que no fuera más que un montón de escombros carbonizados, y de buena gana me arrastraría por las brasas con tal de arrodillarme a tus pies.
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Cuando te expulsan hacia los márgenes de la sociedad, pero te exigen que estés presente, te fijas en cosas que les pasan desapercibidas a los que tienen que exhibirse en medio del escenario como marionetas.
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Es una voz grave, profunda, como hecha en el infierno y luego tejida en seda. Una caricia suave que te abrasa los sentidos.
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La peor ignorancia es aquella que podría haberse evitado.
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Me alegro de que el príncipe marcado no esté presente. Me pone nerviosa. Me mira como si pudiera ver los rincones más oscuros de mi alma. O tal vez sea su oscuridad la que intenta adentrarse en mí para buscar la mía.
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No soy la reina de nadie. Soy la que va a pegar fuego a la corona.
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Si quieres quemar el infierno, tienes que jugar al juego del diablo.
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" No son nuestras habilidades las que muestran cómo somos, sino nuestras elecciones”