¡Qué poco hace falta para que uno se pierda o se salve!
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¡Qué poco hace falta para que uno se pierda o se salve!
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El marido, por las tardes, llenando la contabilidad de un comerciante; y a menudo, de noche, hacía de copista, a cinco sueldos la página
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Hubiera deseado tanto gustar, ser envidiada, ser seductora y solicitada
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Sufría sin cesar, porque se sentía nacida para todas las delicadezas y todos los lujos
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Era una de esas bonitas y encantadoras muchachas que nacen, como por un error del destino, en una familia de empleados
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?