Salmones, hormonas y pantallas es un libro llamado a levantar polémica porque constituye un aldabonazo en la actual conciencia social; una piedra en ese pasivo estanque aletargado e insípido de unos modos de vida masivamente aceptados, pero no por ello menos perjudiciales. Es un libro inconformista y crítico que se quiere salir de todo lo que suena ya muy rancio y manido, y se instala, en cambio, en la línea de los disidentes. de hecho, el autor se refiere como modelo a Tomás Moro, el «hombre para la eternidad», como lo llamó la película de Zinnemann, alguien que se enfrentó en solitario a Enrique VIII y a la presión social. Cada argumento está fundamentado porque los "salmones" necesitan un gran refuerzo, amparo y promoción. Este libro propone una revolución social frente a la cultura basura y la degradación de uno de los aspectos más nobles de la biología y la psicología humana, las relaciones afectivo-sexuales. El autor considera que ha llegado la hora del golpe de timón, hay que proclamar otra nueva y gozosísima revolución de auténtico florecimiento humano, la del amor en serio, el compromiso, el respeto, la belleza, el bien, la bondad y la verdad contra la «revolución sexual global de hace más de cincuenta años» indica el autor. + Leer más |