Tuyo es el mañana

No sientes los cachetes pero lloras igual. Lloras porque al fin has llegado a este inmenso escenario de dementes.

A veces pienso que no nos merecemos esta vida que llevamos. Lejos han quedado los tiempos en que estaba prohibida la venta de galgos y solo se nos podía regalar en señal de gratitud y afecto. Hoy nos venden cuando valemos algo y, cuando dejamos de valer, no nos quieren ni regalados. ¡Nosotros, que fuimos los primeros perros sobre la faz de la tierra! ¡Nosotros, que hemos dormido a los pies de reinas y princesas! ¡Nosotros, que hasta salimos en la Biblia! ¿Y ahora? Ahora somos el hazmerreír de la especie, a causa de esa obsesión nuestra por perseguir a una liebre imposible de alcanzar.

A veces me pregunto si la verdad no será simplemente una metáfora gastada, una ilusión que hemos olvidado que lo es de tanto usarla. Creo que era Nietzsche quien lo decía. ¿O era Schopenhauer? Bueno, da igual, qué más da quién lo dijera. Hay una frase mejor, no recuerdo de quién es, pero tiene mucho que ver con esto de las verdades y las mentiras: el mal nunca triunfa, porque cuando triunfa se llama bien. Es lo que nos han querido hacer creer durante cuarenta años y nos querrán hacer creer durante cuarenta más.

Aquí quieren que olvidemos muchas cosas, ¿sabes? Pero no lo van a tener fácil. Para empezar, quieren que olvidemos cuatro décadas de dictadura. Y luego que olvidemos que hemos olvidado. Porque la amnesia es la única manera que tienen de perpetuarse en el poder y la memoria se ha convertido en nuestra forma de resistencia. Por algo, en griego clásico, verdad y olvido son palabras opuestas, ¿no es cierto?