El modelo vegetal no prevé la presencia de un cerebro que ejerza un control central o imparta órdenes a los órganos que de él dependen. En cierto sentido, su organización es el símbolo de la modernidad: poseen una estructura modular, colaborativa, distribuida y sin centros de mando, capaz de soportar perfectamente depredaciones catastróficas y continuas.
|