Lo resbaladizo de la realidad que acompaña al elemento cómico del malentendido cuando hay alguien que no está en absoluto equivocado me suscita incomodidad.
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Lo resbaladizo de la realidad que acompaña al elemento cómico del malentendido cuando hay alguien que no está en absoluto equivocado me suscita incomodidad.
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Quizá sea un recordatorio de que los maltratadores no necesitan ser y, de hecho, raras veces son, maniacos que ríen a mandíbula batiente. Solo necesitan querer algo, y que no les importe el modo de conseguirlo.
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Hay un acertijo quechua: «El que me nombra, me rompe.» La solución, por supuesto, es «silencio». Pero la verdad es que cualquiera que conozca tu nombre puede partirte en dos.
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La lucidez en una droga embriagadora, y te pasaste casi dos años sin ella, creyendo que habías perdido la cabeza, creyendo que el monstruo eras tú: necesitas algo por escrito más de los que nunca has necesitado nada en este mundo.
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La casa de los sueños nunca fue sólo la casa de los sueños. Fue, sucesivamente, un convento lleno de promesas (jardín botánico, vino, una frente a otra escribiendo), un retiro de depravación (follar con la ventana abierta, despertarse con la boca en la boca, el ronco e insistente murmullo de la fantasía), una casa encantada («nada de esto puede estar pasando de veras»), una cárcel («necesito salir, necesito salir») y, por último, una mazmorra de la memoria.
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«No podemos dejar de vivir». Cosa que quiere decir que tenemos que vivir, cosa que quiere decir que estamos vivos, cosa que significa que somos seres humanos y que somos humanos: algunos de nosotros somos desagradables, algunos nos hallamos confundidos, algunos nos acostamos con quienes no debemos, algunos tomamos decisiones equivocadas, y algunos somos asesinos. Y suena fatal, pero, en realidad, es liberador: la idea de que ser homosexual no equivale a ser bueno, ni puro, ni a estar en posesión de la verdad. Es solo un estado de ser, un estado sujeto a la política, a sus propias fuerzas sociales, a narrativas más amplias, a complejidades morales de todo tipo. Así que adelante con los villanos queer, los héroes queer, los ayudantes, personajes secundarios, protagonistas y extras queer. Pueden formar un elenco completo por sí mismos.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?