Ella era un paisaje suave y de territorios amables donde todo era armonía, quietud y serenidad, lujoso y floresciente, vivaz sin regocijo y, si no de la felicidad, mucho más cercano que vuestras egregias pasiones, de todo aquello que algunos llaman "lo sublime". Yo ojalá lo intentaran: he visto vuestros mares y mujeres tormentosas y compadezco más a los amantes que a los marinos. |