En la sinopsis de esta novela se dice que es un cozy mistery, de lectura agradable y desenfadada. Yo he tenido también esa sensación familiar leyéndola, pero es que todo lo que se cuenta en ella, transcurrió durante mi despertar a la adolescencia. Tenía yo 12 años, y crecí con el televisor de fondo en la pequeña y provinciana ciudad de León con una familia similar a la de los abuelos Garza, tan afines al régimen franquista, pero con todos los deseos de tener una familia como Lucio, Teresa y sus siete hijos que defendían juntos los deseos de libertad, que ya se sentían entonces en los círculos universitarios y artísticos de la época.
La primera parte empieza en otoño del 68 y el epílogo termina a finales de julio del 69. En España. A pesar de la dictadura franquista, también llegaban los ecos y las influencias de lo que sucedía por ejemplo en la cercana Francia y su mayo del 68. La revolución en Checoslovaquia que en Agosto fue invadida por Rusia. En Estados Unidos, la guerra de Vietnam y los asesinatos de
Martin Luther King Jr. y el senador Robert Kennedy, o, en Méjico unos días antes de las Olimpiadas, tuvo lugar la tremenda matanza de 300 personas y muchos otros hechos importante en la historia reciente.
Hay un asesino en serie en Madrid, mata a mujeres, dejándolas catatónicas, vistiéndolas con ropas anticuadas y austeras, y pintándoles la lengua de violeta, el color que dejan unos caramelos muy populares entonces.
El forense de la morgue se da cuenta de todas esas circunstancias y junto a Félix, un policía poco considerado en su comisaría, pero leal, y muy comprometido con la verdad comienzan a investigar.
Además Lucio el forense, y Teresa su esposa y profesora de literatura, tienen siete hijos, todos con nombres de grandes escritores y con una gran necesidad de ser ellos los protagonistas de la historia de su vida, cosa que en aquella época no estaba nada bien visto. Todos se implican a su manera en la historia para ayudar a su padre. Y yo me acordaba, leyéndola, de mi profesora de latín, que en aquel momento nos parecía una súper heroína, porque tenía, creo recordar, que siete u ocho hijos y había conseguido ejercer una profesión, y eso a mí me tenía muy intrigada.
La novela está salpicada de personajes y sucesos reales que aparecen como secundarios de lujo en las aventuras de Lucio:
- Arturo, el mayor de los hermanos Garza, es sometido a un consejo disciplinario, por actos contra la moral, y sin embargo Vitín, llamado así a Víctor Cortejo, es claramente homosexual, pero su apellido ilustre, le pone a salvo de posibles represalias, y esto es un de los ejemplos de la hipocresía de aquellos años
- La censura sobre la película La Residencia de Chicho Ibáñez Serrador. En el NODO, la describen como una película de terror patrio, un género no demasiado cultivado en España, un hito en la hª del cine español, al ser la primera rodada íntegramente en inglés.
- El estreno de la semilla del diablo
- Se dice que al Caudillo le gusta mucho Marisol. También sale el yerno de Franco
- La vida sigue igual de un jovencísimo Julio Iglesias se lleva al cine por el director Eugenio Martín. Este considera a Chicho un gran innovador en el cine español, al que le cuesta mucho aceptar el cine de terror.
- Las corridas de toros, El Cordobés, a las que asisten los abuelos de la familia.
- Los pasteles de los domingos después de ir a misa, una costumbre de casi todas las familias, como de la mía propia.
El final de la novela reúne a toda la familia Garza y a Félix delante del televisor para ver por primera vez la llegada del hombre a la luna, y así me recordaba yo, expectante, junto a mi familia en el salón de la casa familiar.
Con esta novela he hecho un viaje a mi propia historia, porque mis recuerdos están fielmente plasmados en ella, sin ampulosidades, sin excesivas proclamas, y me he reconocido en cada uno de sus personajes, despertando a una nueva forma de ver la vida y de cambiar la realidad opresiva de entonces.