La semilla del diablo

Además de Isadora Duncan y Theodore Dreiser -explicó-, la casa Bramford ha albergado a gran número de personajes mucho menos atractivos. Ahí es donde las hermanas Trench realizaron sus pequeños experimentos sobre dieta, y donde Keith Kennedy celebraba sus reuniones. Adrian Marcato vivió también allí, lo mismo que Pearl Ames

-Me di cuenta el otro día de que jamás he estado sola en mi vida, por más de unas pocas horas. Creo que pasar sin nadie tres o cuatro días será para mí un cielo.
-Una oportunidad para sentarse tranquilamente y descubrir quién eres; dónde has estado y adónde vas.
-Exacto.

No pudo separar la vista de él. Los ojos del bebé se fijaron en ella, dorado-amarillentod, y, después, en el crucifijo boca abajo que se balanceaba.

O quizá haya cosas que nosotros ignoramos todavía, sobre campos magnéticos o de electrones, o lo que sea, cosas que hacen que un lugar se convierta en maligno.

-Por eso quise este apartamento-dijo-. Para sentarme aquí y contemplar la nieve con el fuego encendido.
Hugh se la quedó mirando y le dijo:
-Apostaria a que sigues leyendo a Dickens.
-Claro que lo leo-contestó ella-. Nadie deja de leer a Dickens.

!Esos ojos! !como los de un animal, como un tigre, no como los de un ser humano!

Rosemary lo observaba, preguntándose qué es lo que sería en realidad, si el amable viejo charlatán, o el hijo loco de un padre loco.

¡Por 1966, el Año Uno!, que dejó confusa a Rosemary, aunque todos parecieron comprenderlo y lo aprobaron.

Su costumbre era escribir dos libros a la vez, siguiendo con el segundo cuando se atascaba con el primero, y volviéndose hacia el primero cuando no sabía cómo continuar el segundo.

- ¿Cómo has salido tú tan cuerda cuando el resto de tu familia está chiflada?