Una furia de alas negras

Un halcón que habías cuidado durante doce temporadas podía volar lejos de ti en cualquier momento. Cuando soltabas el amarre y lo dejabas volar, confiabas el halcón al mundo y tenías la esperanza de que el mundo lo devolviera ileso. Las personas no eran tan diferentes. A veces se iban y no volvían más.

Menos mal que papá está muerto, pensó Kylee y lanzó un escupitajo al suelo, después lo pisoteó para que así se quedara. Lodo abajo y lodo encima. Si no ve el cielo, el muerto no asciende a la celestial cima. Era un superstición, pero una agradable. Algunos hombres no merecían un funeral celeste.

Ninguna cantidad de golpes parecía suficiente para motivar al chico. Sangraba y se lastimaba y ardía, pero seguía sin aprender. Cuando los hombres miraban a su hijo, veía los errores del propio Yzzat. Si la fruta estaba podrida, también lo estaba el árbol de donde había salido, ¿no?