Era totalmente consciente de que aquello no había sido una coincidencia. Mi padre, que era un enfermo mental, pensó que sería buena idea recordarme el día que enterró a nuestra familia no solo poniéndole los cuernos a mi madre, sino también culpándome a mí por aquello. Me hizo sentir defectuoso, y me convertí en un estúpido, porque mi padre me trataba como tal.
|