El misterio de Salem's Lot

Tengo especial cariño a esta obra porque soy uno de los pequeños estigmatizados por la miniserie de Tobe Hooper. Cualquiera que la haya visto sabrá de qué estoy hablando, somos la generación marcada por “el niño de la ventana”. Es curioso cómo una misma escena ha quedado impresa en el subconsciente colectivo de tantos niños que en su momento la vimos. Un terror compartido que nos hermana cuando se nos eriza la piel al recordarla.
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Salem's Lot es una revisión del clásico de Bram Stoker, un libro donde los vampiros aún eran vampiros, y no esos no-muertos adolescentes con horchata en las venas. Pero el mainstream actual por el que nos hemos movido en el género durante los últimos años, para bien o para mal, ha sido ese. Me viene a la memoria, mientras escribo estas letras, alguna revisión del mito más descarnada como la saga de David Wellington, más salvaje y sangrienta que los clásicos de Anne Rice, o el cambio de paradigma de Brian Lumley en sus Crónicas Necrománticas, entre otros.
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En este segundo libro de King, se rompe con el estereotipo del vampirismo que había hasta la fecha al desechar esa vertiente sensual y romántica, y mostrarnos solo la parte violenta de un ser sanguinario y depredador. Además, Salem's Lot no es simplemente un pueblo, es un personaje más dentro de la historia, que se desarrolla de una manera magistral en esa primera etapa del escritor, y donde cualquier acontecimiento, por pequeño que parezca, hace que queramos saber más de todos sus personajes, porque cada uno de ellos es un universo en sí mismo.
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Mirando en perspectiva, es fascinante ver la evolución de cómo se ha ido adaptando el mito del vampiro en la literatura desde E. T. A. Hoffman, le Fanu o Polidori, pasando por el catalizador del mito Bram Stoker, hasta nuestros días.