[...] jamás exigiré pertenecerte, simplemente siéntate conmigo, mírame para poder cobrar fuerzas y suspirar, háblame, habla cerca de ti mismo como si fueras un extraño, olvidaré que eres tú; habla para que las lágrimas puedan irrumpir. ¡Si seré nada en absoluto que ni siquiera soy capaz de llorar si él no está conmigo!
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