Escritoras

No hay vida pequeña ni gozo pequeño. Cuando la mujer escribe no posee nada salvo la página y no pertenece a nadie más.

Una mujer escribe cuando puede. En una de las sillas que rodean la mesa de la cocina mientras termina de guisarse el puchero, o al calor de un brasero en la camilla con unos calcetines a medio zurcir sobre el regazo. Quizá la mujer que escribe pueda sentarse en un banquito en un balcón propio con una de esas mesas redonditas donde apenas caben un cuaderno y un lápiz. Cuando una mujer sostiene a su bebé en los brazos, ni siquiera puede escribir con las manos. Muchas veces, una mujer escribe tan solo con el pensamiento y esos pensamientos que fluyen por su mente, uno tras otro como en cascada, si tiene suerte, los recordará, los apuntará y hará con ellos algo.

Las amigas son un refugio, un espacio de resistencia. La amistad entre mujeres es cuidarse, llamarse, escribirse, sostenerse, quererse, reconocerse, admirarse, apoyarse, inspirarse, confiar, tener fe

Las amigas son un refugio, un espacio de resistencia. La amistad entre mujeres es cuidarse, llamarse, escribirse, sostenerse, quererse, reconocerse, admirarse, apoyarse, inspirarse, confiar, tener fe.

Un cuarto propio compartido, un saloncito donde conversar, una biblioteca con cuatro mil libros, una pandilla de amigas.

Mujeres peligrosas, locas, enfermas, excéntricas y desequilibradas. ¿Había adjetivos más crueles y misóginos para echar por tierra el trabajo de Lyceum?

Cuando la mujer escribe ni posee nada salvo la página y no pertenece a nadie más.