Dublineses

Como no se me ocurre nada que decirles que esté mínimamente a la altura de la obra, y aunque esto no sea algo que me haya frenado nunca, he decidido que lo mejor será transcribir aquí el prólogo de Vargas Llosa de casi diez páginas que acompaña a mi edición (para facilitar su lectura, me he permitido eliminar las partes pedantes, incomprensibles, exageradas, erradas y, claro está, todo aquello que he juzgado superfluo):

«bla, bla, bla… La abrumadora importancia de Ulises y de Finnegans Wake, experimentos literarios que revolucionaron la narrativa moderna, hace olvidar a veces que aquel libro de cuentos, de hechura más tradicional y tributario, en apariencia al menos, de un realismo naturalista que ya para la fecha en que fue publicado (1914) era algo arcaico, no es un libro menor, de aprendizaje, sino la primera obra maestra que Joyce escribió… bla bla bla»


P.S. Naturalmente, esto no es más que una torpe broma, el prólogo de Llosa, también recogido en su libro “La verdad de las mentiras”, está realmente bien.