La última noche en Twisted River

"Hoy en día no tenían relaciones más cordiales - el vaquero y Ketchum -, ahora que Carl sabía que Baciagalupo hijo había matado a Jane la Piel Roja con una sartén, y todo lo demás. La muerte de Jane la Piel Roja había sido un accidente, de eso el ayudante del sheriff se hacía cargo; según Ketchum, probablemente su muerte no importaba demasiado a Carl, pero el policía estaba que rabiaba contra Ketchum por no haberle dicho nunca la verdad. Lo que en realidad importaba al vaquero era que el Coci hubiera estado tirándose a Jane... en una época en que Carl era el "dueño" de Jane. Por eso quería Carl matar al cocinero; a ese respecto, el ayudante había dejado las cosas muy claras a Ketchum". Y ahí está, esa es la justificación para esta novela de 657 páginas, que un fulano quiere matar a otro porque le ha levantado a la amante. Diez años he tardado en leer este libro, he leído dos veces todo el principio y sólo lo he terminado porque estamos metidos en una pandemia de dos pares de narices y me aburro. Pero qué son diez años comparados con los 47 que se tiran el cocinero y su hijo huyendo por Estados Unidos y Canadá, con el loco del policía pisándoles los talones. "La infancia, y cómo te moldea -más aún, cómo se revive la infancia en la edad adulta -, ése era su tema (o su obsesión), meditaba Danny Angel fantaseando mientras corría. Desde los doce años temía por la vida de su padre; el cocinero seguía siendo un hombre perseguido". Menos mal que John Irving escribe bien y toca temas muy interesantes: cómo la violencia sólo engendra más violencia, las relaciones paterno-filiales, la muerte de los hijos cuando no toca (bueno, la muerte de los hijos no toca nunca si sus padres los sobreviven), la crítica política, el poder redentor de la escritura, la amistad y el amor incondicional. Ahí es nada. Pero se va tanto por las ramas, le sobra tantas páginas, que al final te pierdes entre tanta receta, apaños para las cañerías en invierno y horarios del personal de limpieza, cosas que la verdad, no me importan. El balance es positivo, pero no es el mejor libro para iniciarse con John Irving. Vamos, no lo hagáis ni de coña. "Al margen de la estética de un lugar de trabajo determinado, los escritores tienden a sentir apego por el sitio donde trabajan agusto". "Una cosa sí estaba clara, mientras tenía allí a Barrett, sentada junto a él con la carabina ahora sobre el regazo, el corto cañón del arma ligera apuntado hacia la puerta del acompañante: las cosas nunca quedaban en paz; era imposible contener la violencia"