“Un atardecer, mucho más horrible por no ser noche aún, anduve a los tumbos, los brazos balanceándose ridículamente, por el bosque ya apagado, del que solo relucían los líquenes de los primeros árboles frenándome de vez en cuando para gritar algo, en voz lastimeramente baja por el pudor…” Apartes de los textos El lugar silencioso, y Breve carta para un largo adiós, del escritor austriaco Peter Handke.