Tras la muerte de su querido perro Taïaut, el filósofo Jean Grenier consagró al animal que durante años conviviera con él este visionario y bellísimo tratado de corte intimista y caprichoso, «entrecortado y jadeante como los latidos del corazón», con el propósito de «brindar una segunda vida» a aquel ser concreto, con su peculiar carácter, su irreductible libertad y su compañerismo. Escribirlo era una forma de superar el duelo; pero, también, una oportunidad para pe... >Voir plus