"Eso es lo fascinante de los puzles, cuando solo queda una pieza, las demás te indican su forma exacta." A rey muerto, rey puesto... ¿o quizás no? Afirma el autor que las continuaciones de una obra o su destino pertenecen, en realidad, a los lectores. Ellos tienen la llave de la siguiente puerta. No está tan desencaminado, en un mundo donde lo comercial prima sobre lo intelectual y las secuelas dependen más de los números que de la condición. Por suerte, esta trilogía (o pentalogía) de Gómez-Jurado cumple con esa calidad esperada. REY BLANCO sigue abierto, da esquinazo a la muerte y deja la siguiente llave en el umbral de lo enigmático. Posiblemente, imposible alejarse del apego de unos personajes que son como de la familia, con sus maldades, extravagancias y sus rarezas, que es la familia si no -nadie es perfecto-, pero los ingredientes de esta ensalada son los mismos que vimos en REINA ROJA y LOBA NEGRA, es decir, si hemos llegado hasta aquí con cierto interés o devoción, difícilmente quedaremos decepcionados con su degustación. Aparece una mención a Dan Brown que dice: "lleva veinte años escribiendo la misma novela". Curiosamente, los detractores de Gómez-Jurado opinan parecido y lo comparan con el autor de El código Da Vinci en cuanto a formas. No ganarán el Nobel, tampoco lo necesitan, sus libros juegan en la liga de "aventuras para ser devoradas despiadadamente" y pasar un buen rato de lectura ligera, suspense y mucha acción, bien documentada. Puro Rock N Roll escrito en negro sobre blanco. Y ahí siguen sumando puntos. REY BLANCO cumple con las expectativas, se devora desde la primera página hasta la última, con giros argumentales bien traídos y cerrando los huecos que iban quedando abiertos en REINA ROJA y LOBA NEGRA, dejando espacio para posibles nuevas aventuras con Scott y Gutiérrez. Acción, suspense, incertidumbre y tensión a raudales, cánones del buen thriller. Mr. White cierra su pentalogía, un buen villano siempre otorga mayor empaque a una obra. Ya saben, ese que se parece al que hacía de padre en 'Lo imposible', habíamos dicho... |