Un pájaro quemado vivo

-De una sensibilidad increíble.
-Estremecedora en algunos puntos.
-Dura en otros muchos.
-Sucia a veces.
-Con un negrísimo humor en ciertos pasajes.

Construye un lenguaje propio. Su autor abre la memoria de su protagonista y la despliega en todas sus facetas. La novela intenta hablar el lenguaje de la memoria e intencionadamente se tropieza siempre con el presente y viceversa.

La novela se abre con la noticia de la muerte del brigada Pinzón, padre de Paula Martín, nuestra protagonista. Este acontecimiento obligará a Paula Martín a encontrarse por primera vez con su hermana, fruto de la segunda familia de su padre. Ello pone en marcha la mecánica del recuerdo que, como descubrimos en la novela, es el material con el que construimos el presente.

Exploramos la biografía de su protagonista desde antes de su nacimiento, la relación entre su padre y su venerada y celestial madre, la historia de su decrépita criada (La Roja)...

Nuestra protagonista, de mirada bicolor, nace tras la Victoria de Franco como símbolo de una nueva raza de vencedores. Así, asistimos a dos épocas simultáneas de transición. La transición de los excesos de la Victoria a la institucionalización del Régimen y la transición democrática.

Con un puntillismo que no sobrecarga al lector, vivimos la construcción de la perspectiva de una "vencedora" de la guerra resentida a la vez que defensora del Régimen. Contradicciones y contrastes, hasta en la propia vida sexual de Paula, que resuelve de un plumazo.

Excesos, desmesura de la propia memoria que rozan lo onírico y que hacen intensos y explosivos el auge y la caída del Régimen.

LEAN A AGUSTÍN GÓMEZ ARCOS
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