Memorias de una geisha

Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos.

Nada es más triste que el futuro, salvo, quizá, el pasado.

La adversidad es semejante a un vendaval. Y no me refiero sólo a que nos impida ir a lugares a los que no de ser por ella habríamos ido. También se lleva de nosotros todo salvo aquello que no se puede arrancar, de mpdo que cuando ha pasado nos vemos como realmente somos, y no como nos habría gustado ser.

El silencio nos ofrece las respuestas que tanto queremos

Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos

-¿Cual es la clave de su éxito?
-No intento vencer al hombre con el que estoy enfrentado, intento vencer su confianza. Una mente empañada por la duda no puede enfocar claramente el camino de la victoria. Dos hombres son iguales solo cuando tienen el mismo grado de confianza en ellos mismos.

Lo que hice, lo hice llevada por lo que siento por usted, cada paso que he dado en mi vida desde que era niña lo he dado en la esperanza de acercarme a usted.

—(…) No nos hacemos geishas para tener una vida gratificante. Nos hacemos geishas porque no tenemos elección.

Hay veces en las que el silencio es la respuesta más inteligente.

La casa donde vivíamos en el pequeño puerto de Yoroido era una «casita piripi», como la llamaba yo entonces.