Quizá no aprendí a distinguir entre el mentiroso y el prudente.
|
Quizá no aprendí a distinguir entre el mentiroso y el prudente.
|
El destino es quien manda; por eso respeto y comprendo a quienes lo cumplen sin rebelarse.
|
Con lentitud se amplía el naranja del horizonte. El extremo Norte se acerca, verdeando también con implacable delicadeza. Pero el Occidente continúa opaco, mientras el púrpura asciende al amarillo. A partir de un punto muy concreto empieza a dorarse la última raya de este mundo.
|
Porque la verdadera felicidad no está en tener, amigo mío, sino en ser y en no necesitar.
|
Fue publicada en ...