En 1811, en la América española, la prohibición de libros era muy común, una práctica que llegaría a su fin en la Asamblea del Año XIII. Uno de esos libros fue "El contrato social", de Jean-Jacques Rousseau, traducido por Mariano Moreno, destacado impulsor de la gesta revolucionaria y quien desde muy joven adhirió a las ideas de la Ilustración.
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