Era como si todo el mundo tuviera una muralla capaz de separar los sueños de la realidad, pero la mía estuviera llena de grietas. Y de algún modo los sueños se colaban entre ellas. A veces las hacían más grandes para poder pasar. Para engañarme. Para hacerme creer que las cosas podían cambiar. Y a veces demolían la muralla por completo. Entonces llegaban las pesadillas. |