-¡Los personajes sólo son vehículos, ficciones!- le gritaba Korinski a Pinchas. De pronto cayó en la cuenta de que gritaba a un idiota, y entretanto los otros dos hombres se desternillaban de risa. -Son muy reales- declaró Pinchas, antes de reanudar sus murmullos y su balanceo. -¿Y ustedes de qué se ríen, par de botarates? Al menos mi obra es leída. La cólera volvió a adueñarse de Bretzki. -A mí pueden hablarme como guste. Si me molesta demasiado le arrancaré la cabeza de los hombros-. En un gráfico gesto, hizo como si arrancase algo de un pellizco con sus enromes dedos -Pero debo advertirle otra vez que no está bien faltar al respeto a los mayores. Además, tengo la vaga impresión de que la cara de este anciano pertenece también al legendario Zunser, cuyos logros superan con diferencia a los de cualquier escritor vivo de la Rusia actual, en yídish o en otra lengua.