Para el alivio de insoportables impulsos de Ntahan Englander
Mendel volvió las palmas hacia arriba, envueltas en sombras. Pero no había francotiradores, como los hay para las manos que asomaban de los guetos; ni perros, como para las manos que asoman por las rendijas del suelo de los vagones de carga; ni ángeles esperando, como los hay siempre para las manos que asoman por las chimeneas extendiéndose hacia los cielos cubiertos de nubes de ceniza.
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