La respuesta de Julieta

—¿Has leído algunas cartas que estén bien últimamente? —pregunté.
—Algunas son divertidas —dijo Soňa—. Una preguntaba: «¿Cuántos gatos se necesitan para reemplazar a un novio?».
—¿Qué contestaste?
—Cinco; y un hámster.
—¿En serio? ¿Le pusiste eso? —No. Pero es lo que me habría gustado contestarle.

Dos familias, ambas iguales en nobleza, en la hermosa Verona, donde transcurre nuestra historia.

«¿Había amado mi corazón hasta ahora?», se pregunta, antes de declarar: «Porque nunca, hasta esta noche, había visto la verdadera belleza».

«Cualquiera que sepa escribir puede contestar una carta».

El amor, por tanto, es una adicción; como cualquiera que haya estado verdaderamente enamorado puede confirmar. Se apodera de nosotros, con toda su fuerza, y nos empuja a hacer cosas bastante absurdas. Las cartas que había estado leyendo eran prueba de ello, como lo era mi propia experiencia.

(‘No hay mundo tras los muros de Verona, solo tormento, purgatorio, el mismo infierno’).

En la ciudad italiana de Verona una pequeña oficina recibe más de diez mil cartas al año, todas ellas dirigidas a Julieta, el personaje de ficción de la tragedia de Shakespeare Romeo y Julieta. Las cartas hablan de grandes penas y de la eterna búsqueda del amor. Llegan de todo el mundo y todas ellas reciben respuesta, gracias a un grupo de mujeres que se autodenominan «las secretarias de Julieta». Llevan décadas contestando esas cartas. Hay quienes creen que la de Romeo y Julieta es la historia real de dos amantes, fatalmente marcados por el destino, que vivieron en Verona en el año 1302. Puede que nunca sepamos la verdad, pero la figura de la joven Julieta pervive como símbolo de un amor que una vez fue perfecto.

“Ogni pensiero, ogni sentimento ed ogni azione…” (Cada pensamiento, cada sentimiento y cada acción…)