El lector del tren de las 6.27

📚“El lector del tren de las 6:27”, es una historia cortita, pero que destila mucho amor por los libros, y con un final que no vi venir ni de lejos, pero que me encantó.
📚Me ha dejado muy buen sabor de boca, así que buscaré más obras del autor.

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Leo muchos libros que hablan sobre libros y sobre lectores y cuando vi una reseña muy molona sobre este libro, no lo dude y me fui a por él.
Una vez más me he dejado influir por el entusiasmo de alguien que probablemente no tenga nada en común conmigo en gustos literarios... La lectura de este libro ha sido un fiasco absoluto.
Como ya he dicho, he leído muchos libros de este tipo y me creo capacitada para poder comparar. Decir de este libro que es "delicioso" me parece sobrevalorarlo en demasía.. Deliciosos son: La librería ambulante, Una lectora nada común, 84, Charing Cross Road, y así podría seguir citando títulos de libros verdaderamente deliciosos de este estilo. Este es un quiero y no puedo.
A pesar de su corta longitud, el libro se me ha hecho largo. He sentido que le falta alma y le sobra ñoñeria.
¿Recomendaría este libro? A mí no me ha gustado pero hay gente que se queda maravillada con él...

“El lector del tren de las 6.27” es una novela “feelgood” escrita por Jean-Paul Didierlaurent, tristemente fallecido en diciembre 2021, lo que me impulsó a leer la novela, que ya llevaba meses en mis estanterías.

Publicada en 2014, esta historia nos sumerge en el mundo solitario de Guylain Vignolles y su inusual relación con los libros. Y es que Guylain trabaja en una planta de reciclaje de libros. Cada día, en su monótona rutina, se sienta en el tren de las 6h27 y lee en voz alta fragmentos de ejemplares rescatados antes de que sean destruidos. Esta lectura en el tren se convierte en una forma de compartir su amor por la literatura con los demás pasajeros y resulta un consuelo para muchos de ellos.

Además, la novela cuenta con unos personajes secundarios inolvidables, como Julie, una pasajera del tren que se convertirá en un apoyo inesperado para Guylain, o Giuseppe, un anciano residente de una casa de cuidados con una vida sorprendente.

La novela nos muestra el poder de la literatura para transformar vidas. La narración es sencilla pero hermosa, capturando momentos cotidianos con gran sensibilidad. Es una novela ideal para los amantes de los libros, donde se nos muestra cómo la literatura puede romper las barreras de la soledad y brindar consuelo en los momentos más oscuros. La recomiendo sobre todo para aquellos que busquen una historia sencilla, tierna y conmovedora.
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Esta es la historia de Guibrando Viñol, operario de la STRN (Sociedad de Tratamiento y Reciclaje Natural) encargado de manejar la trituradora de libros Zerstor 500. Cada mañana, durante el trayecto hacia su trabajo en el tren, Guibrando deleita al resto de pasajeros con la lectura de las páginas que logra rescatar del fondo de la triturada tras cada turno.

Guibrando lleva una vida insulsa, monótona y rutinaria. Sus ilusiones parecen haberse esfumado hace tiempo, conformándose con el placer que le proporcionan las pequeñas cosas, los pequeños gestos del día a día.

Con una mezcla insólita de humor negro y dulzura y usando un lenguaje sencillo y fluido, esta historia nos habla de personajes incomprendidos: el propio Guibrando, su compañero el vigilante de seguridad que habla en verso, una joven limpiadora de aseos públicos y un mutilado que busca sus piernas. Es una reflexión contra la apatía, la resignación, la conformidad ante lo establecido por una sociedad de pensamiento esquemático, carente de imaginación y emocionalmente analfabeta. La finalidad del autor es incitar al cambio, la capacidad intrínseca que poseemos todas las personas para alterar el rumbo de nuestras monótonas vidas mediante la modificación de pequeños detalles.
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Lo único que parece sobresalir de este hombre joven y soltero, que todos los días sale de su pequeño departamento, en París, rumbo a su detestable trabajo, es su nombre: Guibrando Viñol. Un ser invisible, casi hasta para sí mismo, empleado en una fábrica que recicla papel gracias a una máquina que devora los libros huérfanos de lectores que, de haberlo querido, los hubieran comprado. Amable, atento a lo pequeño, Guibrando solo adquiere consistencia cuando, en el vagón del metro lee, en voz alta ―para deleite de los pasajeros habituales―, páginas sueltas de algún libro que la máquina no alcanzó a engullir. Se trata del último homenaje de Guilbrando a aquellos libros-mártires.
Jean-Paul Didierlaurent (1962), es un escritor francés que estudió publicidad en Nancy y trabajó en París. Con algunos de sus relatos ha obtenido en dos ocasiones el prestigioso Premio Hemingway, en 2010 y 2012. Esta es su primera novela y es una delicia leerla... sobre todo porque Gilbrando encuentra, en su rito matutino, un USB perdido y, al leer lo que contiene, se enamora de la desconocida autora. Un libro sobre libros y la bondad amorosa de la literatura.

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Un libro de corte minimalista, donde no se cuenta mucho.
Se llegan a encontrar partes del libro que provoca enmarcar de lo geniales, de lo inteligentes, de lo sentimentales y simbólicas que son.
Una hermosa manera de ver el amor desde el anonimato.

Pero... Un libro que al fin y al cabo no cumple con entretener, no cumple con ningún personaje.
Un libro que genera cierto pesar al ponerlo en tela de juicio, que genera cierta controversia.

Otro de esos libros que he encontrado sin querer y de un autor que no conocía. Su extraña portada me atrajo para leer la sinopsis, a partir de allí se volvió un libro obligado.
Una libro sencillo sin grandes pretensiones, relata la historia de personajes comunes, una historia que se convierte en un homenaje al placer de leer y la literatura, un moderno cuento de hadas con un toque exacto de romance y humor.

Guibrando Viñol no es ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Su trabajo consiste en destruir lo que más ama: es el encargado de supervisar la Cosa, la abominable máquina que tritura los libros que ya nadie quiere leer. al final de la jornada, Guibrando saca de la entrañas del monstruo las pocas páginas que han sobrevivido a la carnicería. Cada mañana, en el tren de las 6.27, se dedica a leerlas en voz alta para deleite de los pasajeros habituales. Un día descubre por casualidad una pieza de literatura atípica que le cambiará la vida.

"El lector del tren de las 6.27" es un libro que me causa un poco de controversia sobre si me ha gustado y/ o lo recomiendo, aún después de haber pasado unos días para meditarlo.

Es lo primero que leo de este autor y fue por una recomendación especial que no podía dejar pasar.

La novela, para mí, se divide como en dos partes. En la primera se presenta a unos personajes extravagantes, anodinos y algo asépticos situados en un contexto muy descriptivo. En la segunda parte es cuando comienza la historia.

La novela en términos generales es entretenida y ágil de leer. El autor recurre mucho a la hipérbole y a la metáfora. Tiene un vocabulario rico y sencillo que ayuda bastante en la lectura, sobre todo cuando se vuelve un poco instente en algunos puntos.

El protagonista principal es un hombre bastante extraño (algo que se deja ver desde el principio) con unas rutinas fijas y unas obsesiones, a veces algo preocupantes. Sin embargo, poco a poco te haces con él e incluso la llegas a coger cariño pues es el personaje que más se da a conocer. El resto, además de todas las características descritas anteriormente, son bastante asépticos, pues no transmiten mucho, y esconden más de lo que se presenta a lo largo de la novela. Es decir, el autor da ligeras pinceladas sobre cada uno, lo cual los hace misteriosos y te hace comprender que además de ser unos personajes estrafalarios debajo de lo que se ve hay mucho más por descubrir.

La historia en sí comienza a partir de la mitad, más o menos. Para mí es cuando comienza a haber "acción". Me gustó la historia que comienza y cómo va dando lugar a otra mucho más bonita, misteriosa e intrigante que te mantiene en vilo y con anhelo hasta casi las páginas finales.

Al final el libro te deja con una sonrisa dibujada en los labios y con ganas de querer conocer más.

Es una oda a los libros, a la lectura y a los géneros literarios. Lleva implícito un mensaje de respeto e importancia de la palabra escrita y de lo que ella puede influir en la vida de las personas.

Escrita de una manera bonita y delicada, nos cuenta la historia de Guibrando Viñol, una persona normal y corriente y, por lo tanto, casi invisible, que tiene un trabajo y una vida gris. Pero cada mañana, en el tren de las 6:27 que lo lleva a trabajar, se transforma. Durante el trayecto se dedica a leer algunas páginas sueltas rescatadas del interior de la Cosa, una terrible máquina que destruye los libros que nadie quiere leer. Pero un hallazgo casual, le dará el impulso necesario para intentar que su vida cambie.

“En treinta y seis años de existencia, había acabado por aprender a ser olvidable, a convertirse en invisible para no provocar las risas y las burlas que estallarían sin parar en cuanto la gente cayera en la cuenta. No ser ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Solo una vaga silueta entrevista en el borde del campo de visión.” ~ El lector del tren de las 6.27 de Jean-Paul Didierlaurent.

La Zerstor 500 es una máquina maléfica: una destructora de papel, concretamente de libros que no han sido vendidos. Guibrando es uno de los operarios de la máquina, un joven gris en un trabajo gris que intenta dar un poco de luz a su vida salvando algunas de las páginas de los libros que tiene que destruir. Para ello, todos los días se sumerge en las entrañas de la Zerstor y recoge lo que él llama pieles muertas: las páginas no destruidas. al día siguiente, en el tren se las 6.21, Guibrando lee en alto esas páginas a los pasajeros del vagón.

Un día, en el tren, el joven encuentra un USB que contiene una serie de escritos y que pertenecen al diario de una joven, los imprime y los va leyendo en el tren de las 6.21 con la esperanza de que algún día la joven que lo ha escrito pueda encontrarse en el vagón. Poco a poco Julie va metiéndose en la cabeza de Guibrando que se plantea encontrarla.

Un libro entrañable y correcto. Con menos de 200 páginas se lee en un día y te deja un gusto dulce en la boca. Escrito en tercera persona, además del personaje principal me ha gustado el amigo Giuseppe y el otro operario Yvon que habla en alejandrinos, dos personajes bastante cómicos.

Si dividimos el libro en dos partes imaginarias, la primera me resultó más lenta y tediosa; sin embargo, la segunda es más colorida e iluminada, como en un paralelismo a la propia existencia del personaje. Desde luego lo mejor del libro es el diario de Julie, una joven que trabaja limpiando los baños de un centro comercial.