Efímera

Si yo pudiera verlo todo, como las nubes, ¿daría vueltas alrededor de los restos de este subcontinente, tan lleno aún de color, vida y estaciones, deseando protegerlo? ¿ O me reiría burlonamente de la inutilidad del intento y seguiría vagando por la curvada atmósfera?

—Lo que el destino ha unido que ningún hombre lo separe —declara el hombre de blanco.
«El destino, me digo a mí misma, es un ladrón».

Compartir un marido con otras dos esposas no es complicado, porque estar casadas con Linden significa algo distinto para cada una. Para Jenna, la mansión no es más que un lugar lujoso en el que morir. Para Cecilia, su matrimonio es una combinación de y de niños. Y para mí, es una mentira. Y mientras pueda seguir diferenciando los tres matrimonios y manteniendo mis planes, me resultará más fácil largarme de aquí.

El amor verdadero no es cosa de ciencia. Es tan natural como el cielo.

Quiero quedarme aquí, tendida en la oscuridad, para no tener que enfrentarme a este nuevo miedo. Quiero dormirme y despertar por la mañana descubriendo que todo va bien.

En este lugar -no, en este mundo- es imposible que una niña sea tan sólo una niña.

Pero ahora en la planta reina un extraño e inquietante silencio. Es el silencio que me imagino se escucha en el resto del mundo, el silencio de un océano infinito y de unas islas inhabitables, un silencio que puede verse desde el espacio.

Después de haber estado tanto tiempo encerrada a oscuras en una furgoneta, nos hemos fusionado. Somos una masa sin nombre

¿Es que no lo ves? Llevas en esta casa tanto tiempo que ni siquiera te das cuenta de que quieres ser libre.

En otros tiempos, en otro lugar, me pregunto lo que habríamos significado el uno para el otro.
Y de pronto veo que este pensamiento es absurdo. En otros tiempos, en otro lugar, no me habrían secuestrado para que fuera su mujer. Y él no estaría atrapado en esta mansión. Sería un arquitecto famoso y quizá viviría en una de sus casas, formando un matrimonio de verdad, tendría hijos con vidas maravillosas y largas.