InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
Las mejores frases de Hussar Rocca (83)

AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Los soldados de infantería no teniendo más de ocuparse que de sí mismos y de su fusil, eran egoístas, grandes habladores y dormilones. Condenados en campaña por el miedo al deshonor a caminar hasta la muerte, se mostraban despiadados en la guerra, haciendo sufrir a otros, cuando podían, lo que habían sufrido. Eran contestones, y a veces incluso insolentes con sus oficiales ... Olvidaban todos sus males, desde que el primer tiro de fusil del enemigo se dejaba escuchar.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Cuando soldados reconocían, pasando, uno de sus compañeros entre los muertos dispersados en la tierra, decían: "No necesitará nada, no maltratará más su caballo, ya no podrá emborracharse" ... esa era la única oración fúnebre de nuestros guerreros que sucumbían en los combates.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
La habitud de los peligros hacía ver la muerte como una de las circunstancias más ordinarias de la vida: lamentábamos a nuestros camaradas heridos; pero desde que morían, sólo manifestábamos por ellos una indiferencia que iba hasta la ironía frecuentemente.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Cuando nos encontrábamos en abundancia, nos apurábamos en disfrutarlo, disfrutábamos vivir, hacíamos todo rápido, porque sabíamos que nada debía durar.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
... Dejábamos nuestra fogata para ir entre la de nuestros camaradas. Ahí, pasábamos las largas noches bebiendo y hablando de los eventos presentes de la guerra, o bien escuchando relatos de las campañas pasadas. A veces un caballo, atormentado por el frío del rocío, en camino del día, arrancaba la estaca a la cual estaba atado, y venía dulcemente avanzando su cabeza cerca del fuego, para recalentar sus narices, como si ese viejo servidor hubiera querido recordar que él estaba también presente en el encuentro que se contaba.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Desde que los soldados franceses entrevieron a una mujer en las ventanas, gritaron riendo: ¡Ahí está Dulcinea!. Su felicidad tranquilizó a los habitantes; lejos de huir, como siempre, a la primera vista de nuestra vanguardia, se agruparon para vernos pasar; los chistes sobre Dulcinea y Don Quijote fueron un vínculo común entre nuestros soldados y los habitantes de Toboso, y los franceses bien recibidos, trataron a su turno a los hospederos con dulzura.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Uno de estos desafortunados españoles nos llamó particularmente la atención; estaba tirado sobre su espalda, mortalmente herido; sus largos bigotes negros, con algunos entrecanos, y su uniforme, hacían ver que era un soldado veterano; sólo se hacía entender algunos sonidos inarticulados, invocando a la Virgen y a los santos; tratamos de reanimarlo con agua, murió pocos momentos después.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Los franceses iban a luchar con cuatrocientos mil hombres solamente, contra doce millones de seres vivos animados por la cólera, la desesperación y la venganza.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Muchos de estos infelices caían rendidos de fatiga, otros morían de inanición; cuando no podían ya caminar, eran así mismo fusilados sin piedad. Esta orden sanguinaria había sido dada en represalia de lo que los españoles colgaban a los franceses que hacían prisioneros. Medidas tan violentas, tomadas a contra tiempo de los enemigos desarmados que debían ser protegidos por su misma debilidad, no podían en ningún caso ser justificadas por la necesidad de represalias; estas medidas, tan crueles, como impolíticas, alejaban el gran objetivo de conquista, la sumisión durable de los pueblos vencidos.
Comentar  Me gusta         00
AGamarra
AGamarra 08 June 2020
Cuando vieron la impetuosidad y la sangre fría con la cual los franceses escalaban, arma en brazo, las rocas, se desbandaron luego de hacer la primera descarga, y se encontraron en su retirada, a poco de distancia de Alcazar, la división Ruffin, que buscando al enemigo, lo había rodeado sin dudarlo. Muchos miles de españoles fueron forzados a ponerse bajo las armas; un gran terror se apoderó de todo su ejército, y los diversos cuerpos que lo componían se precipitaron ciegamente en todas direcciones. Muchas de estas columnas enemigas que buscaban escapar, fueron a precipitarse en el parque de artillería del general Cénarmont, y fueron recibidos por descargas de metralla que les obligaron a cambiar de dirección ... los franceses hicieron más de diez mil prisioneros, y tomaron cuarenta cañones, que los españoles abandonaron en su huida. Si la división de dragones del general Latour - Maubourg no hubiese estado demasiado cansada para seguir a los enemigos, el ejército español entero hubiera caído en poder de los franceses.
+ Leer más
Comentar  Me gusta         00




    Comprar este libro en papel, epub, pdf en

    Amazon ESAgapeaCasa del libro

    Lectores (1) Ver más




    Test Ver más

    ¿Conocedor o experto en literatura francesa?

    ¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?

    Memorias de un loco
    El más bello amor
    Elogio de París

    16 preguntas
    51 lectores participarón
    Thèmes : literatura francesa , Literatura en francésCrear un test sobre este libro