La magia de ser tú

La familia es un regalo valioso, pero también puede convertirse en la antesala del infierno cuando falta comprensión, aceptación del otro o comunicación.

Todos tenemos luces y sombras en nuestro interior, pero ¿cómo pueden conocerlas los demás si no se las mostramos?

La amistad te ofrece la libertad para ser tú mismo, porque sabes que la otra persona no te va a juzgar, sino que te va a aceptar tal y como eres, que se va a preocupar por ti, te va a escuchar y a ayudar de corazón, sin esperar nada a cambio.

Siempre resulta más fácil desnudar el alma cuando las sombras de la noche nos rodean, protegiéndonos como un manto de invisibilidad.

A veces, pedir perdón poseía un efecto liberador: el de aceptar que en esa humanidad que cargamos hay cabida para los errores y que, a pesar de ellos—o precisamente por ellos—, siempre podemos volver a empezar y llegar a ser mejores.

A veces hay preguntas para las que no estamos preparadas, no porque no sepamos la respuesta, sino porque tememos que, al pronunciarla, el universo se confabule para cambiar el algoritmo de las circunstancias, de las emociones y sentimientos, y nos arrebate aquello que considerábamos una certeza.

La vida nos ofrece diversas posibilidades y nosotros elegimos el camino a seguir. No podemos simplemente detenernos por miedo a equivocarnos. Las decisiones que tomamos no son irrevocables, solo la muerte lo es. Mientras sigamos vivos, podemos cambiar nuestro futuro. A veces es necesario arriesgarse, aunque en el proceso salgamos heridos.

La libertad procede del interior de uno mismo, ahí es donde están las cadenas que nos atan.

El amor solo habita un universo y posee un único lenguaje. No entiende de diferencias sociales ni de cualquier otra clase.

(…) El amor es como el viento en el océano, si no despliegas tus velas cuando sopla con fuerza, puede cambiar de dirección.