En un solo instante

Brindaron mirándose fijamente y, en ese breve instante, al verse reflejado en los verdes ojos de Charlotte, William pensó que llevaba años sin vivir en absoluto y que, en el momento en que ella había entrado en su sombría existencia, había resucitado.

(…) lo que podía haber sido un sueño se había convertido en una pesadilla. Había perdido su tiempo, su admiración por W.G. Scott se había esfumado y el sentimiento que, por unos instantes, había albergado con respecto a William había desaparecido.

¿Para qué quería cenar él con la señorita Watson? A fin de cuentas, acababa de despedirla. Eso, por no hablar de cómo la había tratado. Sabía que se había comportado como un energúmeno. Le había gritado, la había acorralado y, por un momento, ¡había estado tentado hasta de besarla!