Hubo un jardín

¿Qué imagen viene a tu mente cuando piensas en un jardín?
Seguramente la de un lugar tranquilo, lleno de flores y plantas conviviendo de forma bonita y ordenada, un sitio donde descansar y desconectar... Pero Valeria nos desmonta esa idea con estos siete relatos en donde se mezclan la belleza con lo trágico, en un clima de inquietud, siempre esa inquietud que te envuelve mientras lees y no te suelta, incluso después de haber finalizado.
Sus cuentos forman un jardín, pero no como el que imaginas. Su jardín es sombrío, a veces confuso, se adentra en los recovecos del alma humana y lo salvaje empieza a ganar terreno.

Sus personajes te atrapan y te llevan con ellos a situaciones que parecen cotidianas, de soledad, reflexivas, pero con esa atmósfera de intranquilidad que no te deja, sabes que algo va a pasar y eso hace que no puedas dejar de leer. Como siempre han habido algunos relatos que me han gustado más que otros, pero en general el conjunto está bastante equilibrado y todos, en mayor o menor medida han conseguido sorprenderme.

No quiero desvelar mucho de las tramas pero advierto que Valeria escribe de una manera directa y con mucha fuerza, entre sus páginas hay violencia y terror, mostrando lo peor del ser humano, pero también sensibilidad y bondad.
Una contradicción que se refleja de forma afilada y punzante en su particular jardín.

Hoy voy a empezar por el final: DEBÉIS leer este libro. Es una auténtica maravilla a todos los niveles y si no lo has leído te envidio tremendamente, ojalá estar yo en tu lugar y descubrirlo de nuevo por primera vez.

“Hubo un jardín” en el que los personajes de estos siete cuentos ya no están. Fueron expulsados (o autoexiliados) de él y ahora conviven con la culpa, los secretos y los remordimientos del pasado que todos ellos (excepto uno) nos van a contar en primera persona desde su presente.

Que nadie pretenda encontrar aquí cuentos con final feliz. al contrario, son cuentos tristes donde fantasía y realidad se mezclan para mostrarnos lo inmunes que nos hemos vuelto ante ciertas cosas que, si nos paramos a pensar, son realmente atroces. Leyendo a Correa Fiz me he preguntado si aquí fuera, fuera de la literatura, la línea que separa fantasía y realidad es realmente tan gruesa como creemos o tan sutil como estos relatos insinúan. Y es que la autora llega tan al fondo del ser humano, tan profundo, que nos hará cuestionarnos si nuestro yo ‘malo' está tan controlado como nos decimos a nosotras mismas y si el ‘bueno' es tan dominante como creemos. Si nuestra luz es lo suficientemente intensa y generosa como para acabar con la oscuridad que forma parte de nuestra ambivalencia.

Para contrarrestar la tristeza, la autora escribe de una forma tan maravillosa que con sus palabras te acuna y envuelve: palabras precisas, información justa, poesía que abunda en su prosa y te hace releer fragmentos enteros solo por el placer de releerlos. Da igual que algunos finales sean previsibles, aquí no importa el misterio ni son necesarios giros inesperados, importa el cómo Valeria va desarrollando la historia y cómo te atrapa hasta soltarte al lado de un punto final que te encuentra con una sonrisa de total plenitud y un “nada que añadir, Señoría”

Si me encantó ‘La condición animal', con ‘Hubo un jardín' Valeria Correa Fiz me ha ganado ya para siempre.

PD. La cubierta, de Sara Morante me mata de amor.
PD2. La edición de Páginas de Espuma , como siempre, deliciosa.

Valeria Correa Fiz se ha convertido en una de las mejores autoras de cuentos que he leído hasta el momento. No me escondo y lo digo en voz alta si es necesario. Puede que no sea objetiva o quizá todo lo contrario. Lo que es cierto es que Hubo un jardín me ha sorprendido muchísimo y más teniendo en cuenta que llevaba meses alejada del género por la reiterada decepción de asistir a buenas historias que terminaban abruptamente y dejaban tras de sí una estela de olvido, pesada aún en su condición de efímera.

Esto no quiere decir que los siete cuentos que forman este libro no sucumban ante los puntos suspensivos, pero me encuentro tan absorta en su lectura que, cuando finalizan, el gesto automático es una profunda afirmación de haber leído un texto redondo, un fin que se convierte en principio.

Además, otras veces ha ocurrido que de entre todos los cuentos de un libro haya algunos que se nos queden escasos, pobres ante el brillo de sus hermanos mayores. Y en esta ocasión no he tenido esa sensación. El conjunto de todos los textos es muy equilibrado.

No quiero hablar más de la cuenta sobre el argumento porque creo que a veces poco nos dice una historia si no la vivenciamos en nuestras propias carnes. Pero sí que quiero destacar la gran capacidad de creación de Valeria, llegando en un momento concreto de su lectura a desvelarme por la inquietud y el desazón que me provocó uno de sus cuentos. En ese sentido, me recordó al terror cotidiano que Mariana Enriquez es capaz de crear en sus textos.

¿Por qué insistir en lo especial de este libro? Porque me resulta sincero, sin alardes por parte de la autora, porque cuando lo terminas desearías haber leído veinte cuentos más. Porque, al contrario de como suele ocurrir con los relatos cuando la trayectoria del escritor/a ha estado más inclinada a la novela, no sientes que sean textos menores, apenas unos retazos de inventiva escondidos en un cajón a falta de cien páginas que los completen.

No esperéis encontrar la fragilidad de un jardín doméstico en las letras de Valeria, sino lo salvaje y misterioso de una naturaleza en penumbra.
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Reconozco que últimamente me da un poco de apuro hacer una "no-reseña"
Si me quedo embobada en el libro, me olvido de anotar nada en una libreta. Solo subrayo renglones y frases y lleno las páginas de pegatinas de colores.

Y eso mismo me ha ocurrido con este nuevo libro de cuentos de Valeria Correa Fiz que he ido leyendo despacio, intercalado con otros de distintos géneros.

Me ha costado salir de él.

Los cuentos, todos, mantienen un ritmo ágil a la vez que poético a pesar de que el asunto pueda contener una historia incómoda. La mezcla tremenda de la belleza y el horror.

El pasado, la culpa que nunca se diluye en el presente, la mirada sobre él, la introspección de los personajes, la pena que llevan dentro de ellos que incluye también la esperanza.

Valeria se detiene en detalles que nos rodean y que no siempre solemos ver: objetos, árboles, el brillo blanco de la luna sobre el agua o la ruina de los edificios, siempre con ese halo poético que ella sabe imprimir.

Historias que conmueven.

Como se suele decir: un universo propio.

Un lenguaje preciso y precioso.



En definitiva, un libro excelente.
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Siete relatos donde lo salvaje, lo insólito, lo inquietante, asalta a lo cotidiano. Donde lo humano se desata y desborda a la naturaleza. Son cuentos donde los protagonistas se sitúan entre los deseos y los miedos, entre lo habitual y lo extraño. Los jardínes pueden seguir un modelo donde el ser humano los encauza o pueden estar dispuestos según su propia inercia. Así están los personajes de estos cuentos, vagando entre la "normalidad" y la extrañeza de la vida. No hay lugares luminosos en estas historias; están narradas desde las penunbra de las raíces, pero si hay poesía y aprecio por el lenguaje.
Lectura exigente por que hay que dejarse atrapar por ella y no perder detalle de lo que Valeria Correa Fiz pone en sus páginas.

Los jardines nos ofrecen una naturaleza amable, domesticada, pero que conserva el latido de su vertiente salvaje. En este maravilloso libro de relatos Valeria Correa Fiz refleja ese instante en que la naturaleza rompe el esquema de setos modelados y parterres.
Los siete relatos que conforman "Hubo un jardín" son una perfecta conjunción entre lirismo y espanto, una belleza inquietante. La autora construye una obra de historias diversas, que transitan la cotidianeidad y en las que se hace alarde de un exquisito gusto para generar ambientes a través del propio lenguaje. Los protagonistas de estas historias revisitan momentos clave en su crecimiento como individuos. Nos encontramos así con relatos que son memorias infieles, de esas en las que se olvidan nombres pero las sensaciones se mantienen inalterables. Una memoria sensorial y emocional, de cicatrices mal curadas. En todos estos relatos el elemento natural (agua, fuego, vegetación...) ocupa un lugar importante, pero la única naturaleza que se desboca es la humana.
"Hubo un jardín" es una joya más dentro de la colección de la colección Voces de Páginas de Espuma. Una recopilación de relatos en los que contemplar con espanto vidas que se desgajan a partir de la violencia familiar, la maternidad prematura, la miseria, una educación restrictiva, la superstición, la pasión desatada, el remordimiento...
En este libro la mano de Valeria Correa Fiz es la del jardinero, que poda y siembra con mimo. Que da forma a la vegetación y provoca asombro a quien la contempla, y recrea, desde la seguridad de un jardín, la sensación de encontrarse ante una jungla inquietante.
Evito, con no poco esfuerzo, la tentación de comentar con más detalle los relatos. Dejaos sorprender, sin expectativas y prejuicios. Disfrutad de la narrativa lúcida y mágica de la autora.