Sabor a mar: ¿A qué renunciarías por amor?

No pretendo ser un estorbo para nadie, solo me gustaría desaparecer. En realidad, si conociese la fórmula para escapar de lo que soy, de cómo soy, para cambiar de cuerpo y de mente, hace años que la hubiese aplicado. No quiero agobiar a nadie con mis mierdas, ni mucho menos que la forma en que vosotros me miráis me recuerde justo aquello de lo que huyo.

Llevaba años convencido de que tiempo atrás le habían arrancado el corazón de cuajo. Y sin embargo, acababa de oírlo retumbar en su pecho.

No eres lo que hiciste, ni lo que viviste, tampoco lo que serás en un futuro. Eres un ser magnífico, completo y maravilloso por el mero hecho de existir

—Todos tenemos corazón, Lucas.
—No, yo no.
—Sí, tú también. Cuando llegaste aquí, yo hubiese jurado que no, pero ahora… ahora lo escucho latir.

(...) no percibió un bum, sino un estallido, un Big Bang en toda regla. El resorte que puso en marcha un latido, y luego otro, tan enérgicos que no los pudo obviar. Su corazón, cansado de que renegara de él, se rebeló.

El día que te perdones por tus errores y reúnas el valor para ser tú y solo tú, el cuenco estará completo y serás libre.

El pasado no podemos modificarlo; ya nos gustaría, papá, pero no podemos. Mejor nos quedamos con este momento para construir, de aquí en adelante, recuerdos que merezca la pena atesorar.

«Cuando el amor entre dos personas es auténtico, se reencuentran en otras vidas para seguir amándose».