Fletcher Robinson, amigo de Arthur Conan Doyle, le contó a este la leyenda de un sabueso fantasma que deambulaba por los páramos de la región de Dartmoor, en Inglaterra. Conan Doyle la había liado acabando con su Sherlock Holmes en "El problema final", y la presión popular, la de los editores, y la más importante, la de su madre, le convencieron de que había que resucitar al personaje. Todo esto transformó lo que iba a ser en un principio una novela de terror, en una aventura de su famoso detective privado y el querido Doctor Watson. Baskerville era el apellido del cochero de Fletcher Robinson, que le pidió permiso para que su amigo lo usara en el libro, y que acabaría siendo también el apellido del protagonista de la novela de Umberto Eco "El nombre de la rosa". El éxito que ha tenido este clásico desde su publicación es más que merecido. Con su combinación de intriga, buenas dosis de ingenio y una atmósfera inquietante, es sin duda una lectura recomendable para cualquier amante del misterio. Incluso si el libro se escribió en colaboración con Fletcher Robinson. |