La trenza

Ahora sabe que el futuro está hecho de promesas. Y que, de ahora en adelante, le pertenece.

"... todo acaba, hasta el mayor sufrimiento puede cesar mañana..."

Sarah había construido un muro absolutamente impenetrable entre su vida profesional y su vida familiar, que, como dos líneas paralelas, seguían sus respectivos cursos sin encontrarse jamás.

A ella, que lo ha sacrificado todo por el trabajo, la sacrifican ahora en el altar de la eficacia, de la rentabilidad, del rendimiento. Camina o muere. Que muera de una vez.

Yo solo soy un eslabón,
un puente insignificante
que conecta sus vidas
el delicado hilo que las enlaza,
delgado como un cabello,
invisible al mundo y a las miradas.

Esa violencia tiene un nombre que le cuesta pronunciar: discriminación.

Lamenta ser esa chica que, como siempre, se queda cruzada de brazos viendo pasar la vida, sin atreverse a cambiar su curso.

Los médicos no quieren pronunciarse. Hay que prepararse para lo peor, ...
... no puede contemplar lo peor. Un padre no se muere, un padre es eterno, es una roca, un pilar, sobre todo el suyo... es una fuerza de la naturaleza, llegará a los cien años, suele decir su amigo el doctor...

Piensa en la frase del Talmud: «Quien salva una vida salva el mundo entero». Hoy el mundo entero la salva a ella, y le gustaría darle las gracias.

Un padre no se muere, un padre es eterno, es una roca, un pilar, sobre todo el suyo.